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La muchacha dijo a su señora:

— Si mi señor fuese a ver al profeta que hay en Samaría, él lo curaría de la lepra.

Naamán fue a informar a su rey:

— La muchacha israelita me ha dicho esto.

El rey de Siria le dijo:

— Anda y vete, que yo enviaré una carta al rey de Israel.

Naamán partió, llevando consigo diez talentos de plata, seis mil siclos de oro y diez vestidos,

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